domingo, 9 de mayo de 2021

Las sonatas de piano de Schubert, por Alfred Brendel.



Qué experiencia tan grata ha sido conocer a través de sus numerosas grabaciones, a este músico llamado Alfred Brendel. No sólo por sus impecables interpretaciones al piano, sino además por su profundidad al abarcar magistralmente no sólo la parte técnica  de una obra, sino también su contenido íntimo y profundo. A veces tan íntimo, que suele pasar desapercibido. 

Hace unos meses conocí el libro del cual he hecho un pequeño extracto a propósito de las sonatas de piano de Franz Schubert. El libro, además, trata de aspectos poco conocidos de las obras de Mozart, Beethoven, Liszt o Schumann, pero es en las sonatas para piano de Schubert el ensayo más extenso y analizado del libro.


Conocer la opinión de Brendel abre nuevas perspectivas , no sólo al intérprete sino también -como es mi caso y el de muchos-, a los oyentes. Comprender la obra es comprender al artista que la creó, su expresión, sus anhelos y sentimientos. Y pocos mejor que Brendel conocían ese aspecto tan íntimo de lo que interpretaba, y lo expresaba  a través del piano logrando esa magia y comunión que la música provoca cuando es interpretada con respeto y sentimiento. 


A continuación algunos extractos de este magnífico libro sobre ensayos de Alfred Brendel:

"Ha tenido que pasar mucho tiempo para que se estableciera finalmente la idea de Schubert como un gran compositor para el piano y maestro prominente de la sonata. A ello han contribuido sobre todo Artur Schnabel y Eduard Erdmann en su papel de intérpretes y maestros influyentes. En su generación siempre fueron siempre una excepción y tuvieron que ver a menudo cómo otros movían la cabeza con un gesto de desaprobación. Incluso hoy día encontramos en algún que otro músico de edad avanzada un alto grado de desconocimiento, duda y menosprecio cuando se habla de las sonatas de Schubert. 

Con excepción de sus composiciones para piano a cuatro manos, en vida del compositor sólo se imprimieron unas pocas obras instrumentales: sólo tres de sus sonatas (op. 42, 53 y 78), la Fantasía Wanderer, Los Moments musicaux y los dos primeros impromptus del opus 90.  El resto de los impromptus  no fue a la imprenta hasta diez años después de la muerte del compositor.

La música instrumental de Schubert se puede dividir en dos períodos. El primero alcanza hasta 1819 y comprende seis sinfonías  y quince sonatas, once de las cuales quedaron inconclusas. Sigue una cesura de tres años durante los cuales, además de su producción constante de lieder, se dedica principalmente y sin éxito a la música escénica. Schubert comienza a adoptar ya el estilo de su período "maduro" que empieza propiamente en otoño de 1822 y acaba con la muerte del compositor. 

Casi todas las obras del período tardío demuestran un alto grado de maestría que nunca llegaron a alcanzar las obras anteriores, aunque en ellas se encuentren obras magníficas como las primeras sinfonías.

La Inacabada y la Fantasía Wanderer, compuesta ambas en el otoño de 1822, dan una imagen completamente nueva. No puede haber sido casualidad  que la sífilis de Schubert, según parece, comenzara a manifestarse justo en ese tiempo. Sería imaginable, que bajo la impresión de la enfermedad, Schubert reuniese sus energías en el repentino esfuerzo desesperado de quien toma conciencia por primera vez de la brevedad de la vida que le queda por delante.


La admiración de Schubert por Beethoven rozaba la idolatría. En su lecho de muerte, le pidió a sus amigos  que le tocaran el Cuarteto de cuerda en do# menor, op. 131 de Beethoven., publicado un año antes, pero que todavía no se había estrenado. Quizá fue la última gran alegría de Schubert poder escuchar esta obra. Más tarde, en pleno delirio, parece que dijo : "Sacadme de aquí, bajo la tierra. Aquí no está Beethoven". Lo admiraba demasiado para atreverse a desafiarlo con sus propias armas. Además, Schubert debió de notar la diferencia de naturaleza musical entre ambos. En comparación con Beethoven, el arquitecto, Schubert componía como un sonámbulo. Las sonatas de Beethoven no nos hacen perder nunca la orientación, se justifican por sí mismas en cada momento. Las sonatas de Schubert acontecen de una forma enigmática. Ingenuidad  y refinamiento están hermanados en esta música como sólo lo están en la de Haydn. No hay que confundir ingenuidad con sencillez. La música de Schubert puede ser cualquier cosa menos sencilla.

Beethoven expone su música en el marco intelectual más firme para que el carácter de las emociones se desprenda de él con mayor contundencia. Schubert pone mucha más confianza en la franqueza de sus emociones; la carga de la forma ha de pesar lo menos posible. La fascinación que provoca lo episódico es más fuerte que el imperativo de la coherencia.

Se dice que la música de Schubert es agradable, complaciente, sentimental y de bondad íntegra, una concepción que proviene de una época en la que se abusaba de sus melodías en operetas. Schubert, puede ser todo eso, sin duda, aunque yo no veo sentimentalidad salvo en raras ocasiones. La diversidad de caracteres mucho más esenciales que tiene a disposición es inmensa. Como todos los compositores verdaderamente grandes, Schubert no se deja encasillar en solo un carácter. Schnabel  señalaba que mucho más que un simple melodista, Schubert era un creador de sonatas de alto dramatismo. Basta ver el uso que hace de los signos dinámicos  para entender el alcance  de su fuerza expresiva, que no refleja en absoluto al lírico blando. No sólo en las obras para piano, con sus ppp y sus fff, sobrepasa los límites dinámicos habituales, hay también canciones como Der Doppelgänger que demuestran la necesidad que tenía Schubert de alcanzar extremos, desde el susurro hasta el grito.

Probablemente Schubert no era un pianista muy brillante. Aun así, su instinto para las posibilidades virtuosas del instrumento era extraordinaria, aunque en sus sonatas prácticamente nunca persigue el lucimiento instrumental por sí mismo. 

En la Fantasía Wanderer el piano se transforma de una manera tan consecuente en una orquesta como no se había visto hasta entonces. No sólo se sugieren los timbres individuales de los instrumentos de la orquesta, sino también la violencia del tutti. La Fantasía Wanderer tuvo una influencia perdurable en Liszt no sólo en su nueva estética sonora y en sus exigencias a la resistencia del intérprete , sino también en su estructura monotemática. Las sonatas de los años 1823 a 1826 continúan ese estilo pianístico orquestal caracterizado, entre otras cosas, por el uso de trémolos, octavas rápidas y repeticiones vibrantes de notas.


En las sonatas de Schubert escuchamos al cantante de lied (Sonata en la mayor, D 959, finale), al narrador ( Sonata en la menor, op. 42, comienzo) o incluso combinaciones curiosas como un coro masculino recitando (Sonata en re mayor, comienzo del segundo movimiento).


Las últimas sonatas


Las tres últimas sonatas del compositor se escribieron, por lo que sabemos, entre mayo y septiembre de 1828. Schubert las pasó a limpio pocas semanas antes de declarársele la enfermedad que acabó con él en noviembre. Quizá ese tifus abdominal no hizo más que dar el último empuje mortal; en cualquier caso, por la sífilis que padecía y también por una productividad febril durante ese año, el organismo debilitado de Schubert, no lo aguantó. De todos modos, su muerte no parece presentida o llevada conscientemente. Tampoco las tres últimas sonatas se pueden entender como un mensaje de despedida.

El estilo del año 1828 no es un "estilo tardío" tal como yo entiendo el del último Mozart. En los dos primeros movimientos de la Sonata en sib mayor de Schubert y en el adagio de su Sonata en do menor se puede constatar un cierto toque nuevo de himno tranquilo y de solemnidad. Este aire nuevo parece menos sorprendente si pensamos en la Misa en mib mayor del mismo tiempo, una obra capital demasiado poco conocida que influyó en las composiciones instrumentales de ese período. Las armonías plagales - en los finales del "Gloria" y del "Et incarnatus"- no sólo se infiltraron en algunos finales de movimientos en las sonatas, sino que también determinan el tema inicial de la Sonata en la mayor, que en su primer esbozo aparece sin los saltos enérgicos de la mano izquierda, como un fragmento coral.

De hecho, hay bastantes temas de las últimas sonatas que se basan en encadenamientos plagales.

También el comienzo de la Sonata en sib mayor está dentro de esa esfera "sacra". Esto se pone en evidencia si se compara con el tardío Concierto para piano, KV 595 de Mozart, igualmente en sib mayor: donde Mozart conduce a una segunda infancia , oigo en Schubert un ensimismamiento ceremonioso. Por otra parte, ambas obras se tienden la mano en la tranquilidad de su actitud reposada, en su cantabilidad y la melancolía que las envuelve.




La sección central del andantino de la Sonata en lab mayor, todavía hoy ese grito irracional forma parte de lo más atrevido y aterrador que la música haya producido jamás.

En sus formas grandes, Schubert es un viajero . Los abismos le atraen, y los atraviesa con la seguridad de un sonámbulo. El viajar es el estado romántico por excelencia al que el sujeto se abandona encantado y feliz (como en la Sonata en la mayor), o bien es empujado y (como en la Sonata en do menor) sufre el pánico ante lo irremediable. En la felicidad habita a menudo la desesperación, la conciencia se oscurece repentinamente. En Schubert no hay nada más típico que esa experiencia febril del horror, en cuyo ejemplo más extremado, el segundo movimiento de la Sonata en la mayor, ni siquiera simula una "floración del orden". 

Aunque el orden sólo sea la floración a través de la cual resplandece el caos del sentimiento, desempeña un papel decisivo, pues sólo él permite la obra de arte.


Sonata do menor  D. 958 




I Allegro A la vez heroico y atemorizado, nervioso y decidido. Fragmentos en modo mayor (segundo tema)  entre paréntesis: mirada hacia la felicidad inalcanzable. Coda de desesperación.

II Adagio  (Lab mayor) Sin sensualidad ni patetismo, delicado y ceremonioso. En un entorno febril.

III Minueto Allegro Antiminueto, basado en el miedo. Trío de los suburbios vieneses como refugio.

IV Allegro a) Danza del chamán o

                   b) Galope mortal con cancerbero ladrando y episodio Erlköning.


Sonata La mayor D.959




I Allegro Caleidoscopio de ideas y sensaciones, por ejemplo: 1. Credo, ma con fuoco; 2. Capriccioso con grazia; 3. Dolcissimo inocente; 4. Delirando. Apariencia de improvisación . En el desarrollo , éxtasis paradisíaco y gran arco lírico dramático. Coda de misterio.

II Andantino (fa#menor) Gracia desconsolada en la que se esconde la locura, de la cual surge y a la cual vuelve temblorosa. Extinción absoluta.

III Scherzo: Allegro vivace Con acento eufórico y trompas dolce en el trío (o coro masculino)

IV Rondó: Allegretto  El gran sueño de la felicidad con desarrollo tempestuoso y coda fragmentada varias veces: primero entrecortada, luego precipitada y finalmente a modo de resumen.


Sonata Sib mayor D.960





I Molto moderato De carácter general contenido, sin efusiones, suavemente hímnico. Grandes líneas que hacia el final de la exposición y en la reexposición se disuelven: termina en dulzura. Coda de humildad.

II Andante sostenuto (do#menor) Clarividente y melancólico, con sección central laudatoria.

III Scherzo: Allegro vivace con delicatezza Revoltoso y suspendido. En el trío, además, tozudo y embriagado. 

IV Allegro ma non troppo "¿ Fatiga y resignación?" No: resolución graciosa, vigor travieso. Guiño irónico; gran flujo cantable; obstinada combatividad. Superación de la fijación al do menor con nuevo impulso: momento de gran abandono. Gesto de marcada alegría al final.



La mayoría de las imágenes que conocemos de Schubert , es mi impresión, muestran un rostro idealizado e inofensivo. De otra manera se nos presenta en el retrato sin gafas de la Sociedad de Amigos de la Música de Viena (1826), y sobre todo, en la máscara en vida que por lo visto a sus amigos les pareció poco favorecedora. Por fin, en los últimos años, se ha prestado atención a esta máscara gracias a los esfuerzos de Eva Badura-Skoda. Aquí no vemos un rostro Biedermeier, sino rasgos de una energía sobresaliente, vigorosos, sensuales y rudos, más próximos a la fisonomía de Beethoven  que a la de Grillparzer o Nestroy. 

También musicalmente, la imagen de un Schubert idealizado, armónicamente liso, ha dominado durante mucho tiempo la imaginación de los músicos y de los oyentes. Todavía hoy no son pocos los que ven una fuente de melancolía, blandura y complacencia. La "conocida timidez y comodidad" que Schindler adjudica a la persona de Schubert se traslada sin titubear al músico. (En cambio, a juzgar por los testimonios de sus amigos, no parece que Schubert fuera siempre tan tímido; y lo que hay de cómodo en una persona que en una vida tan breve ha escrito cerca de mil obras tendrán que explicármelo). 

"Una melancolía afable atraviesa la música de Schubert", leemos en Godel. El entusiasmo de la Gran sinfonía en do mayor, la vitalidad de muchos scherzos, el furor de algunos movimientos finales, la desesperación del Winterreise, el temor del Doppelgänger..., esto y muchas otras cosas más están tan lejos de la dulzura como el último Goya de los pintores vieneses amigos de Schubert.

No cabe duda de que Schubert, el compositor más conmovedor de todos,  nos da también, junto al horror de sus danzas de la muerte, la sensación de seguridad ante la muerte, la ternura, la atracción, el canto de sirenas y la armonía esférica de la muerte. Tras el fallecimiento de su madre, la muerte y la madre se vuelven prácticamente idénticos; el lazo maternal se convierte en adhesión a la muerte. La palabra "dulzura" tampoco es aquí la más apropiada.
Las indicaciones interpretativas schubertianas, mucho más que las de Beethoven, exigen el máximo del intérprete. Algo parecido se puede decir de la audacia armónica de Schubert , quien también en las últimas sonatas enlaza tonalidades relacionadas cromáticamente.

El estilo pianístico de Schubert no es en absoluto el de Beethoven. En su concepción sonora es fundamentalmente diferente, y con sus octavas rápidas, trémolos y repeticiones de notas tiende un puente hacia Liszt. En las últimas sonatas se advierten influencias de la sonoridad del cuarteto o del quinteto de cuerda y de la música coral religiosa.

De las últimas sonatas de Schubert, la Sonata en sib mayor se podría decir que es la más bella y conmovedora, la más resignada y equilibrada. También es la que mejor se corresponde con la idea del Schubert dulce y melancólico.

Los dos primeros movimientos son un canto de cisne. Las despedidas no se componen  necesariamente con un pie en la tumba. A Beethoven le encantaban las despedidas: no sólo la sonata Lebewohl (Los adioses), sino también el andante favori, por ejemplo, y más tarde el adagio del op.111 o el minueto final de las variaciones Diabelli rebosan de "Lebewohl", tanto en la sonoridad como en el carácter.



En la Sonata en sib mayor todo parece psicológicamente controlado. Tampoco el segundo tema en fa# menor surge sin preparación motívica o armónica, y a los episodios agresivos del finale les precede en cada caso la paz que lleva implícita la posible tormenta.

Si la Sonata en sib mayor es la más bella, la Sonata en La mayor es la más sorprendente e interesante. Presenta el mundo más claro con la ayuda del contramundo más oscuro. Entre movimientos cuyo color anímico básico es una mezcla de confianza e impulso aventurero, ternura y misterio, gracia y devoción, tranquilidad y agitación cromática, se halla el andantino con su profundo desgarramiento emocional. El primer movimiento oscila audaz entre la improvisación y la construcción, opera con pesos cambiantes, varía constantemente su tempo narrativo y revela su forma global sólo en retrospectiva.

Arthur Schnabel fue el primero en hacer justicia debidamente a esta sonata. Todavía hoy, su grabación de 1937 transmite algo del frescor de un gran descubrimiento.



Quien guste bañarse en belleza reconfortante, encontrará poco agrado en la Sonata en do menor, pues esta sonata se nos echa encima con pasión sombría y helada. De todas las sonatas schubertianas, esta es probablemente la menos sensual, la más inhóspita, y detrás de su fachada clasicista, la más neurótica. En el año de la muerte de Beethoven (cuyo ataúd ayudó a llevar), Schubert aborda abiertamente la música de Beethoven y el clasicismo, pero no en el sentido de una devota sucesión.

Al margen de toda admiración, Schubert aprendió sobre todo de Beethoven a diferenciarse de él. 

Arnold Schönberg en el borrador de un texto para la conmemoración del centenario de la muerte de Schubert escribía: "Me parece que hasta ahora no se ha prestado atención a la originalidad increíble de Schubert en cada detalle al lado de una aparición aplastante como Beethoven. No es de extrañar que todavía hoy, cuando la osadía ya casi no estorba, no se le haya reconocido por completo. Pero téngase en cuenta: ¡Qué dignidad! ¡Estando tan próximo a ese genio abrumador no siente la necesidad de negar su grandeza para poder existir de alguna manera! ¡Qué confianza en sí mismo! ¡Qué sentimiento aristocrático tan auténtico de quien desde la grandeza respeta a su igual!"


Schubert se remite a Beethoven, reacciona ante él, pero apenas lo sigue. 

Las últimas sonatas de Schubert constituyen una unidad. A una tesis de aturdimiento y energía negativa (do menor) sigue una antítesis de actividad luminosa, girada hacia lo positivo (la mayor), para desembocar en una síntesis de contención resignada (sib mayor). El finale de la Sonata en sib mayor muestra una alegría que ya no se expresa con inocencia como la del Quinteto La trucha ni tampoco a regañadientes como en el último movimiento del Quinteto de cuerda. Su sitio se halla en algún lugar entre el humor de Jean Paul y el dicho vienés: "La situación es desesperada, pero no seria". Debería alegrarnos que Schubert, incluso en el último tiempo que le quedó por vivir , fuera capaz a veces de tomarse las cosas fácilmente. Aun así, nada nos va a reconciliar con el cinismo de un destino que acabó con su vida a la edad de treinta y un años".





jueves, 27 de agosto de 2020

Franz Schubert, el dolor trascendido.

Franz Schubert, el dolor trascendido



Retrato del compositor, por Leopold Kupelwieser



Después de la apasionante lectura del libro sobre Beethoven de los autores Jean y Brigitte Massin (click aquí para acceder al artículo), conocimos de esta última escritora e historiadora su biografía sobre Franz Schubert. Fue un grato descubrimiento para nosotros la música de este compositor, apenas un desconocido y poco comprendido. Tan solo unas pocas obras suyas fueron estrenadas y publicadas, conociendo la luz pública sobre todo los lieder y las pequeñas piezas para piano. Otras obras de igual importancia continuaron en el anonimato para sus contemporáneos. Como fue en el caso de su obra sinfónica, camerística (cuartetos, tríos, quintetos) , misas, etc 

Lo cierto es que en la  música de Schubert, se puede encontrar una obra llena de profundidad, por momentos muy íntima e introvertida, a veces rozando lo trágico, lo oscuro... Por supuesto que los editores estaban recelosos en publicar el trabajo de Schubert pues alegaban que no sería del todo del gusto de la época y por lo tanto, con poca salida comercial como siempre pasa en las modas y en lo popular, más dado a música de divertimento y evasión. Y es que la  música de Franz era muy profunda. 

Es el mismo compositor quien dice:

"Hasta ahora las cosas van mal con Leidesdorf, no puede pagar, nadie compra nada, ni mis obras ni la de los demás, aparte de las miserables mercancías a la moda"

"Si se pudiera hacer algo honesto con los mercaderes del arte, pero la sabia y bienhechora organización del estado ha velado ya para que el artista sea el eterno esclavo de estos miserables comerciantes", se lamenta en una carta a sus padres.


Dice Brigitte Massin en su obra: 

"Entre el absoluto desconocimiento de sus contemporáneos hacia su música instrumental y la proyección del personaje a un universo considerado como humanamente no válido, hay una evidente relación, y el deseo por una parte, de minimizar a Schubert tanto en su aspecto de creador como en su vida. Si el músico no es más que un compositor de lieder ignorante y libertino, no hay por qué llevar más lejos ni el conocimiento de su vida ni el de su obra, ni hay por qué investigar los motivos del desacuerdo entre el artista y la sociedad de su tiempo. Si Beethoven estaba loco, Schubert era un depravado, y por ello nunca fueron felices: C.Q.F.D. Quédense tranquilos los filisteos que siguen ignorando la individualidad del hombre y el valor de la obra tanto como la realidad que envuelve al artista"

De hecho, así es. En torno a muchos compositores se han creado leyendas, algunas sin base ninguna o basadas en hechos reales muy exagerados. Recordemos en torno a Mozart el tópico de un adulto eternamente infantil (Nada más hay que ver el largometraje Amadeus), o Beethoven, como un loco huraño, misantropo y malhumorado; Schubert, un tímido juerguista, con su música no comprometida  para acompañar veladas de colegas donde el alcohol circulaba a sus anchas. Por supuesto, eran tiempos difíciles, muy difíciles para el artista que se quería consagrar a su obra. En la Viena contemporánea de Schubert, además de las invasiones napoleónicas que el compositor vive en su infancia interno en un colegio, asume el poder Metternich que impone al país un estado policial de vigilancia y censura, donde muchos pensadores y artistas eran detenidos por su ideología liberal. Además de las dificultades económicas y la incomprensión del público y los editores, Schubert contrajo sífilis, una enfermedad venérea muy común en la época. El tabú que imperaba sobre la sífilis, en Schubert fue una herida abierta, que le causó un hondo sufrir. Otros en su época habrán asumido mejor y sin tapujos el peso de la enfermedad ante los demás; pero para Schubert además del daño físico fue un daño a nivel espiritual. Y muchas de sus últimas obras hay que tratar de comprenderlas desde ese dolor e impotencia, pero sobre todo de lucha incesante. 

La dificultad de Schubert para integrarse en el universo que le rodea y su profundo desencanto se traducen en estas palabras a su amigo Kupelweiser:

"En una palabra, me siento como el más desgraciado y el más miserable de los hombres de este mundo. Imagina un hombre cuya salud ya jamás volverá a ser buena (...) Imagina un hombre, digo, cuyas mayores esperanzas han quedado reducidas a nada,  a quien la felicidad del amor y de la amistad sólo le ofrece el mayor dolor..."




An die Musik (A la Música)
"Oh, arte benévolo 
en cuantas horas sombrías,
cuando me atenaza el círculo feroz de la vida,
has inflamado mi corazón con un cálido amor,
¡Me has conducido hacia un mundo mejor!"


Su íntimo amigo Bauernfeld lo describe así: 

"Desde luego Schubert no poseía una formación académica propiamente dicha. Sus estudios apenas sobrepasaron el nivel del instituto y fue durante su corta vida un autodidacta (...) No dejaba tener experiencia en literatura , y el arte y la ciencia con que interpretó de forma poética  y viva individualidades tan diferentes como las de Goethe, Schiller, Mayrhofer, Walter Scott... metamorfoséandolas en nueva carne y nueva sangre.
Esta "palingenesia" del canto sería suficiente para probar , sin necesidad de ir más lejos en el conocimiento de su persona, en qué profundidades del sentimiento y en qué finura y delicadeza del alma tiene su fuente una inspiración tal. Quien comprende a un poeta, él mismo es poeta.
El que es un poeta y se divierte aquí y allá con sus amigos  y semejantes está lejos de ser un salvaje borracho. Este salvaje se entregaba con frecuencia a las más serias lecturas; tenemos extractos  de textos históricos, incluso filosóficos- su diario contiene sus propios pensamientos, casi siempre profundamente originales, así como poemas- Por otra parte, sus amistades predilectas eran artistas y personalidades próximas por su espíritu a los artistas. Sentía por el contrario una verdadera timidez ante las personas vulgares y aburridas, ante los pequeños burgueses. En mediocre compañía se sentía solo , oprimido, se volvía taciturno o mostraba mal humor cuando se acercaban a él como a un hombre próximo a ser una celebridad.
Nada tiene de extraordinario si en alguna ocasión se agarraba una curda y lanzaba violentas diatribas contra su estúpido entorno, de tal suerte que la gente  se alejaba de él atemorizada"

Y según los recuerdos de un compañero del Konvikt, George Franz Eckel:

"Ya siendo niño y adolescente, Schubert vivía una vida interior  y espiritual, que raramente se exteriorizaba por palabras, pero que se expresaba casi exclusivamente por la música. Era lacónico y poco comunicativo, excepto a propósito de los temas que atañían a lo divino, a los que consagraba la totalidad de su breve existencia y en los que era un elegido".



Vogl, cantante y amigo de Franz, habla del estado en que componía:

 " Hay dos maneras de componer: una que, como en Schubert, lo hace en un estado de videncia o de sonambulismo, sin intervención del arbitrio del compositor, solamente siguiendo la fuerza mayor de su inspiración. La otra forma está hecha de libre albedrío, de reflexión, de esfuerzo y de ciencia".

Vogl estaba persuadido de que Schubert, cuando componía, estaba casi siempre en estado de sonambulismo. 

"Vogl admiraba con una especie de fervor religioso, el espíritu armónico de Schubert, su sensibilidad profunda y la fuerza de su música. Veía a Schubert a través del aspecto de un hombre que, desde la primera mirada, parece envuelto en una vaga fuerza invisible y sin fin, que observa todo como a través de un velo, o que difícilmente llega a entregarse a un lenguaje normal.

"Mirad-proclamaba Vogl a media voz con su  habitual seguridad, con una mirada de soslayo hacia Schubert que ajeno a todo estaba absorto y como perdido- :¡este hombre no aparenta nada de lo que existe en lo más profundo de él! ¡Es un oleaje inagotable!" (Steinbüchel)





"Mis producciones  son el fruto de mis conocimientos  musicales y de mi dolor. Aquellas que ha engendrado el dolor son las que gustan al mundo" apunta en su diario en 1824

Estas frases del compositor nos trajo el recuerdo de Joseph Campbel, en concreto de su libro el poder del mito: 

"Cuanto más ardua  o amenazante sea la situación o el contexto a asimilar y afirmar, mayor la estatura de la persona que pueda lograrlo. El demonio que puedas incorporar te da su poder, y cuanto mayor sea el dolor de la vida, mayor será la respuesta de la vida" (Joseph  Campbell, El Poder del Mito)


Volvamos a las palabras del propio Franz Schubert.


"Qué hermoso debe ser para un artista ver a todos sus alumnos reunidos a su alrededor y escuchar esas composiciones de índole tan natural, cantando con toda su fuerza expresiva, desprovista de esa extravagancia que es habitual en nuestros días entre la mayor parte de los compositores. Esta extravagancia que alía y mezcla lo trágico con lo cómico, lo agradable con lo repugnante, lo heroico con lo lacrimógeno, lo sagrado con las bufonadas; esta extravagancia lo sumerge al hombre en la locura en lugar de hacerlo fundirse en el amor, porque no sabe distinguir, que le excita  a la risa en lugar de elevarse hacia Dios..."


"El dolor agudiza la inteligencia y fortalece los sentimientos, mientras que al contrario la alegría raramente mejora aquella y reblandece y vuelve frívolos éstos.
Desde lo más profundo de mi corazón aborrezco este espíritu superficial que hace creer a tantos miserables que sólo es válido lo que ellos hacen, y el resto es nada. Una belleza debe inspirar al hombre durante toda su vida, es cierto; sin embargo, los rayos de ese entusiasmo deben iluminar al resto de los hombres". Apunta en su diario. 




¡Oh imaginación! ¡El más importante tesoro del hombre, fuente inagotable de la que viven tanto el artista como el sabio. ¡No te apartes de nuestro lado aunque no seas apreciada y venerada más que por un escaso número...!"


Obra de Asher Brown Durand

Y aun resuenan en nosotros, las sabias palabras de Campbell: 

"El verdadero artista es el que ha aprendido a reconocer y transmitir lo que Joyce llamó el "resplandor" de todas las cosas, que es algo así como una epifanía o aparición súbita de su verdad" (Joseph  Campbell, El Poder del Mito)



El verdadero artista transmite y es el emisario de ese resplandor, esa luz de la vida, pero también está en contacto muy estrecho con su antagónica e inseparable compañera: la muerte y la fatalidad. 

Al respecto dice Brigitte Massin: 

"Pero Schubert no sería verdaderamente el mismo si no abriese paso su atracción hacia la muerte, que es tan esencial en su comportamiento vital y en su creación:

"Si pudiera admirar tan sólo una vez estas divinas montañas y estos lagos cuyo espectáculo amenaza con aplastarnos o con engullirnos, no tendría tanto apego a la despreciable vida humana; y consideraría una gran fortuna el poder confiar en la fuerza misma de la tierra para alcanzar una vida mejor"




En una carta a su hermano Ferdinand: 

" Creemos que un lugar en el que antaño fuimos felices nos traerá la felicidad, pero ésta se encuentra en nosotros mismos"


Le escribe Schubert a su amigo Schober: 

" He oído decir que no eres feliz, ¿se te pasará durmiendo la borrachera de tu desesperación? Aunque esto me causa  una gran pena no me sorprende demasiado porque este es el destino de todo hombre inteligente en este miserable mundo. ¿Y por qué tenemos que comenzar por la felicidad si la desgracia es el único estímulo que nos queda?
¿Quién puede devolverme tan sólo una hora de los tiempos felices? Tiempos en los que estábamos juntos y cuando uno mostraba a los otros con maternal timidez el hijo de su arte, esperando no sin cierta  aprensión, sus juicios afectuosos y sinceros, tiempos en los que exaltándonos los unos a los otros , una misma aspiración hacia la belleza nos animaba a todos...".

Así describe Schubert las schubertiades (reuniones de amigos artistas que giraban en torno al compositor) donde primaban la amistad, el arte, la belleza y la sinceridad .


"Sólo a ti arte sagrado, se te ha concedido
Describir con tus imágenes una época de acción y vigor
Para calmar un poco el gran dolor
Que nos enfrenta con el destino" 

(Ultima estrofa del poema de título Lamento al pueblo escrito por Franz Schubert)


"Se dice que la música de Schubert es agradable, complaciente, sentimental y de bondad íntegra, una concepción que proviene de una época en la que se abusaba de sus melodías en operetas. Schubert puede ser todo eso, sin duda, aunque yo no veo sentimentalidad  salvo en raras ocasiones. La diversidad de caracteres  mucho más esenciales  que tiene a disposición es inmensa. Como todos los compositores verdaderamente grandes, Schubert no se deja encasillar en sólo un carácter.  Basta ver el uso  que hace de los signos dinámicos  para entender el alcance de su fuerza expresiva, que no refleja en absoluto  al lírico blando..." Alfred Brendel 


Alfred Brendel interpretando las Sonatas para piano D958, D959, D960






"Schubert tenia poca técnica, Vogl tenía poca voz, pero ambos tenían tanta fuerza y tanto sentimiento (...) Nos olvidábamos del canto y del teclado, era como si la música  no necesitara ningún sostén material, como si las melodías, semejantes a visiones, se descubrieran a los oídos hiperespiritualizados.
No me atrevo a hablar de mi emoción  y de mi entusiasmo, pero mi maestro, que tenía tras de sí más de medio siglo de música, estaba tan profundamente conmovido que las lágrimas perlaban sus mejillas" (Recuerdos de Hiller, alumno de Hummel)

Schubert y amigos en Grinzing, por Moritz Von Schwind




"La música, tan rica en su entendimiento de la emoción, emite mensajes profundamente contradictorios. Schubert escribió realmente melodías de una belleza sin afectación, de una inocencia infantil. También fue capaz de una violencia rítmica y armónica que no se vería igualada hasta Wagner. Y podía expresar toda la gama de emoción como un único y ambiguo acorde que disuelve las diferencias entre angustia y dicha.
¿Cómo era Schubert? Es seguro aventurar unas pocas conjeturas. Era cordial, hasta cierto punto; grosero, cuando se lo presionaba; muy tímido o muy arrogante, o probablemente las dos cosas al mismo tiempo. Era descomunalmente ambicioso. Hizo de la música una carrera y una religión; era un lector voraz que ponía a prueba constantemente las aptitudes musicales de los textos. No podía postrarse ante potenciales patronos. Sus horas de ocio dominadas por la bebida, carecía de rumbo. Forjó amistades intensas con hombres; adoraba a las mujeres pero a la distancia,. Teorizó sobre el amor más que vivirlo. Era proclive tanto a la euforia como a una melancolía paralizante, pero se tranquilizaba con el trabajo. Fue más un observador de la vida que un participante en ella.: tenía poco tiempo para todo aquello que no guardara relación con su arte. No existían límites de ningún tipo para su imaginación musical". (Alex Ross, Escucha esto)

Fantasía para piano en do mayor (D.760)
"Fantasía Wanderer"





Sobre esta pieza Schumann comentaba: 

"Schubert querría abarcar aquí  una orquesta entera entre sus manos, y el comienzo entusiasta es un himno seráfico de alabanza a Dios, el adagio es una suave reflexión sobre la vida a la que quita su máscara , a continuación irrumpe en fuga un canto sobre la inmensidad del hombre y de la música".

Alfred Brendel, a propósito de la misma pieza, comenta:

"En la fantasía Wanderer el piano se transforma de una manera tan consecuente en una orquesta como no se había visto hasta entonces. No sólo se sugieren los timbres individuales de los instrumentos de la orquesta, sino también la violencia del tutti".




"Curiosamente en las dos acuarelas de Kupelwieser, se ve a Schubert al margen del grupo: en segundo plano y charlando con Kupelwieser en la excursión campestre; en primer plano, pero solo, en la charada. Está entre los suyos pero en cierto modo se encuentra ausente. Lo mismo que no participa nunca en los bailes de sus amigos, aparece aquí como refugiado tras el teclado, separado simbólicamente del mundo exterior, resguardado en el único terreno que reconoce como totalmente suyo: la música. Pero aunque él no baila, no por ello deja de nutrir los juegos de los demás".


Las llamadas "schubertiades" fueron reuniones de un grupo de varios amigos artistas, donde la persona del compositor que da nombre a las reuniones era el alma por la relevancia de sus obras musicales.

"Vivía sólo para el arte  y dentro de un pequeño círculo de amigos" Escribió un diario a los pocos días de su muerte (27 de diciembre de 1828)


"Una de las características de las schubertiades fue siempre el extraordinario interés que provocaba  la persona de Schubert sobre tantos jóvenes entusiastas muchas veces alejados en el espacio, pero siempre próximos por el corazón. En Graz, en Linz, en otros muchos lugares , pequeños grupos amistosos vibraban con la música de Schubert.

Gracias a esto el nombre de Schubert resurge un día de las tinieblas para brillar con luz nueva en el mundo de la música. Es necesario para ello que Robert Schumann llegue a Viena, busque a Fernando Schubert para inquirir sobre su hermano, le empuje a escribir sus memorias y descubra en su casa el manuscrito de la gran Sinfonía en do al mismo tiempo que otros manuscritos inéditos" (B. Massin)




"Schubert encontró su personalidad musical madura a la edad de diecisiete años. Su innovación más celebrada fue la canción "Gretchen am Spinnrade" ("Margarita en la rueca")  a partir de un poema del Faust de Goethe. El repetitivo y propulsivo acompañamiento pianístico, una arquetípica proeza de pintura sonora, retrata el girar mecánico de la rueca de Gretchen mientras canta su pasión  rebosante de agitación" (Alex Ross, Escucha esto)





"Nachtgesang" ("Canto nocturno"), una segunda canción importante inspirada  en un poema de Goethe , revela la capacidad de Schubert para reflexionar sobre sencillas armonías y transformarlas en objetos pictóricos. Las canciones dominaron este período pero también trajo consigo su primera obra instrumental característica: el cuarteto de cuerda en Si bemol mayor, con su reveladora fusión de una melodía enternecedora y una armonía errante. (Alex Ross, Escucha esto)


El ciclo de lieder La bella Molinera, sobre poemas de Wilhelm Müller es una obra preciosa, llena de imágenes de una naturaleza viva y palpitante, cuenta una historia donde la sensibilidad del compositor la ensalza en una obra sublime y de gran belleza poética. En este vídeo gracias a la labor del canal de Youtube "El maestro de Bonn" podemos disfrutar leyendo el texto del poema traducido al español.





Winterreise o Viaje de invierno, fue una de las últimas obras que compuso Schubert en su último año de vida, obra con la cual se sintió muy reflejado. 

"Lieder como el viaje de invierno, verdadera confesión musical, han sido bautizados con la sangre de un auténtico y profundo sufrimiento", palabras de su amigo Bauernfeld.
También otro gran amigo, Spaun, se expresa sobre el Viaje de invierno:

"No hay lieder alemanes más bellos  y fueron en cierta manera el canto del cisne del compositor. A partir de ese momento, su salud se deterioró. Aquel que le haya sorprendido componiendo  de madrugada, todo agitado y con la mirada encendida, con la apariencia de un sonámbulo, no podrá olvidar jamás la impresión recibida (¿y quién habría podido escribir estos lieder sin sentirse conmocionado en lo más profundo?) Por la tarde podría ser otro muy distinto, tierno y profundo, él era así; prefería no manifestar sus sentimientos y guardarlos para sí mismo. 
No tengo ninguna duda de que el estado febril con que compuso sus más bellos lieder, y en particular el Viaje de invierno, contribuyó a precipitar su fin".

Algunos críticos de la época opinaron sobre esta obra:

"El alma de Schubert posee un dinamismo tan vivo que arrastra todo lo que le rodea, y conduce a través de la inmensa profundidad de los corazones humanos hacia lejanos confines, allí donde en la rosada luz del crepúsculo, surge el presentimiento del infinito, allí donde se experimenta también la dicha estremecida  de un inexplicable  sentimiento hecho de un dulce dolor  y que aleja la frontera del espíritu humano".



"Un joven ha sido rechazado por su amada pasea por las afueras y por el pueblo en el que ella vive, disolviéndose aparentemente durante el proceso en una no existencia. Los pies se hunden en la nieve, el hielo se resquebraja en un río, suena una trompa de postillón, una hoja cae revoloteando de un árbol, un cuervo traza círculos en el aire, los perros ladran, las nubes surcan el cielo y en el epílogo de Der Leiermann (el zanfonista) aparece un viejo zanfonista, que toca una melodía para nadie. Todos estos sonidos se oyen en la escritura pianística de Schubert en un grado misterioso y perturbador, hasta el rechinar de las cadenas que sujetan a los perros que ladran. Pero hay algo de abstracto en este viaje sin rumbo, que no deja de dar vueltas en torno a los mismos lugares y los mismos motivos , y con el ritmo del paseo resurgiendo una y otra vez. Al final el joven parece haberse fundido con la figura del zanfonista". (Alex Ross, Escucha esto).




A propósito de la belleza: 

¿La Belleza es intencionada? ¿O es algo que surge de la expresión natural de un hermoso espíritu? ¿Es intencional la belleza del canto de un pájaro? ¿O es sólo la expresión del pájaro, la belleza del espíritu del pájaro? Cuando una araña hace una tela hermosa, la belleza viene de la naturaleza de la araña. Es belleza instintiva. ¿Cuánta de la belleza de nuestras propias vidas proviene de la belleza de estar con vida? ¿Cuánta es consciente e intencional? (Joseph  Campbell, El Poder del Mito)

Cuarteto de cuerdas No.14 Re menor "La muerte y la doncella"





Hace unas semanas descubrimos por casualidad la obra de teatro "Sinfonía inacabada" del escritor Alejandro Casona. 
"Sinfonía Inacabada" trata sobre Schubert y algunos de sus amigos artistas como Mayerhofer. Algunos acontecimientos son producto de la imaginación del autor, aunque se base en la vida de Schubert y acontecimientos históricos de Viena. Excelentes actuaciones, con la sensibilidad propia y creativos diálogos característicos de todas las obras de Casona. Llevada aquí al cine por Radio Televisión Española.




Para escuchar comparto un programa muy recomendado llamado "Música y Significado", de Luis Ángel de Benito hablando sobre el trío de Schubert Op. 100. 

En palabras del conductor del programa:

  "El Trío no es todo gris y otoñal. El primer movimiento tiene un tema afirmativo, otro que es como una endecha infantil, y llega a evocar su famoso Ave María. El segundo es el famoso, que además está inspirado en una canción del sueco Isaac Berg ("Ver el sol descender") y que ciertamente tiene ese efecto de ver el sol crepuscular. El tercero se basa en un vals ligero, campesino. Y el cuarto es ¡invencible!, el triunfo del típico "tra-la-rá" schubertiano, el arte de preservar la inocencia después de que te haya aplastado un ciclón. El triunfo del "abrazo schubertiano". 

Aquí en el siguiente enlace, os dejo con el programa completo: 


En el siguiente programa de Música y Significado, Luis Ángel de Benito analiza algunas obras de Schubert de aspecto oscuro  y trágico.







Documental muy interesante sobre la vida obra del compositor




Todo lied de Schubert es la expresión de una experiencia íntima: es una aventura de liberación del corazón y de la imaginación.

"No hay nadie aquí que sienta el verdadero arte, tal vez en alguna ocasión , la condesa. Estoy, pues completamente solo con mi amada (la música) y tengo que esconderla en mi habitación, en mi piano y en mi corazón. Aunque esto a veces me entristece, por otro lado hace que me supere". (Schubert, a su amigo Schober mientras estuvo en Hungría).





"La dificultad de existir de Schubert no se sitúa solamente a nivel de darse a conocer (tendrá siempre horror a presentarse en público), sino más rotundamente a nivel de reconocerse a sí mismo el derecho a existir como creador. Necesitará mucho tiempo para alcanzar ese privilegio. Al término de su vida el compositor, en su delirio, parece querer resumir en su grito las dolorosas crisis de identidad atravesadas. "¿No tengo yo también derecho a un lugar sobre la superficie de la tierra?".
El alejamiento de los amigos ante la producción schubertiana del último año es un símbolo cruel; encuentra su respuesta en la dedicatoria de su último trío: "A nadie excepto a los que pueda complacer". Jamás nadie, ni siquiera Mozart ni Beethoven, osaron poner tanto orgullo en una dedicatoria. Es tal vez porque en la andadura de Schubert, desprovista de agresividad, se apoya sobre la simple constatación  de una realidad invariable unida a una inflexible tenacidad; nada ni nadie le hará desviarse de su camino.
Así es como Schubert llega a ser históricamente el primer músico en tener por única función  la de ser compositor, no siendo virtuoso ni estando al servicio de nadie; es el único en haber dado ejemplo del más raro coraje-vivido por él con una modestia sin igual-: el de crear sin saber si alguien lo escuchará jamás". Brigitte Massin.


Con Beethoven se inició la era del músico artista libre, que componía ya no tanto por encargo sino porque su arte manaba de una fluidez natural. Sus obras, que iban a dejar huella sobre todo para el futuro, sin conocer el mismo autor a quiénes irían destinadas y cómo serían acogidas. 
Schubert -gran admirador de Beethoven -fue uno de los treinta y seis que rodearon el féretro de Beethoven hasta el cementerio. Un año más tarde lo seguiría él, a la temprana edad de 31 años.



Cuando Schubert ya estaba gravemente enfermo postrado en cama, deseaba escuchar el cuarteto de cuerdas en do sostenido menor Op.131 de Beethoven. Así cuenta el suceso uno de los amigo presentes, Ludwig Nohl:

"Schubert se excitó y se entusiasmó tanto, quedó tan agotado que todos temieron por él. Cinco días más tarde Schubert había muerto. 
El cuarteto en do sostenido menor fue la última música que escuchó. ¡El rey de la armonía tendió amistosamente su mano al rey del lied para su último viaje!"

Uno de los músicos de aquella velada fue el segundo violín Karl Holz, quien había sido íntimo amigo de Beethoven. El cuarteto en do sostenido menor no había conocido todavía ninguna interpretación pública en Viena. 

Su último deseo fue ser enterrado en el cementerio donde descansa Beethoven, Währing, en Viena.

Así lo cuenta su hermano Fernando:

"La tarde que precedió a su muerte me dijo en un estado de semiinconsciencia: "Te ruego encarecidamente que me lleves a mi habitación y no me dejes en este agujero bajo tierra. ¿Es que no merezco un lugar en la superficie de la tierra?". Le respondí "Querido Franz, cálmate, confía en tu hermano al que siempre has creído y te ama tanto. Estás en tu habitación, en la que siempre has estado, descansas en tu cama". Y Franz dijo: "No, no es verdad, Beethoven no descansa aquí".

"¿Es que no merezco un lugar sobre la tierra?"

La interrogación angustiada de toda una vida es válida hasta el umbral de la muerte. Y ésta la vive en dependencia y conexión con Beethoven" (B. Massin).


Tumbas de Beethoven (Izquierda), Mozart (Centro) y Schubert (Derecha)

Tumbas donde descansan Beethoven (Izquierda), Mozart (centro) y Schubert (derecha)
   Nota: la tumba de Mozart es simbólica ya que cuando murió su cuerpo fue depositado en una fosa común, sus restos no fueron encontrados.


Compartimos un manuscrito original de Schubert: 



Y para finalizar el artículo, imaginémonos al joven Franz, reunido con sus amigos -su más querido público- sentado al piano, acompañando a un hombre entrado en años, de voz profunda y rasgada. Ambos interpretan un hermoso lied, profundo y triste como pueden llegar a ser ciertas facetas de la vida. Mirad en el fondo de la pequeña sala a Hummel con más de cincuenta años de profesión, uno de los más famosos pianistas de la época, llorando en silencio totalmente emocionado. 

Así es la obra de Schubert, una mirada humilde desde el corazón hacia la propia vida con todas sus realidades.¡¡Gracias Franz!!



"Casi podría olvidarse la grandeza de tu maestría ante el hechizo de tu espíritu". F. Liszt, sobre Schubert.




Hermann Prey, Im Abendrot


Im Abendrot (En el atardecer)

"Oh, cuan hermoso es tu mundo
Padre, cuando resplandece con rayos dorados
Cuando tu mirada desciende
Y tiñe el polvo de un brillo reluciente
Cuando el rojo que refulge entre las nubes
Roza mi ventana silenciosa

¿Cómo puedo quejarme, cómo puedo tener miedo?
¿Cómo puede haber enemistad entre nosotros?
No, llevaré en mi pecho
Tu Cielo para siempre
Y este corazón, antes de detenerse 
beberá del brillo y de la luz".





jueves, 14 de noviembre de 2019

Un músico para la Humanidad

Un músico para la Humanidad, Beethoven





Adentrarse a intentar comprender la música, para que ésta no sea sólo  un pasatiempo de  deleite estético y nada más, es una experiencia enriquecedora ya que muchos compositores pusieron y ponen  su estímulo vital y espiritual en dejarnos una obra que trascendiera lo puramente musical estético y que se convierta en una guía para la vida, un manantial donde poder reencontrar el rumbo, el sentido. Buscando una biografía sobre Beethoven que fuera fidedigna y bien escrita, conocimos la obra biográfica del matrimonio Jean y Brigitte Massin. Una obra muy bien narrada y de lectura amena que me ha gustado mucho. Es importante conocer la vida del ser humano que hay detrás de la obra musical. Si nos informamos de forma más fácil y rápida a través de el cine podemos caer muchas veces en que la película en cuestión nos dará una imagen distorsionada del personaje histórico propagando el tópico del genio loco, del genio de gran inteligencia pero de juicio trastornado, dado a diversos vicios, etc.... A veces dando una imagen muy superficial y sensacionalista, el cine necesita entretener, como es lógico. Pero la realidad es más compleja y profunda. Conocer al genio como ser humano, con sus luchas, sus sufrimientos, su voluntad, sus creencias nos acerca más a su obra. Nos hace comprender mejor su mensaje. Nunca conoceremos del todo su personalidad aunque toda la correspondencia escrita, testimonios de amigos y conocidos, etc. ayude, tampoco hace falta eso, con comprender el Alma y la finalidad de la obra será suficiente. Es por ello que quiero compartir con vosotros algunos fragmentos que me han gustado de los autores de la biografía así como también frases del mismo Beethoven, algunas acompañadas por piezas musicales de una selección que he hecho y algunas preciosas obras reflejando la fuerza de la Naturaleza de Vicent Van Gogh. Si podéis conseguir el libro ya sea físico o en formato electrónico ¡mejor! Es una obra a la que siempre recurriréis ya que trasciende el tema meramente musical, conocer sobre la vida de Beethoven nos acerca más a lo Humano, también a través de su lucha a nuestras luchas, sufrimientos y logros, al mito del héroe que se alza triunfador sobre sus propias debilidades y embates del destino para salir siempre renovado.






Ninguna música antes que la suya ha intentado expresar tan francamente el paroxismo de las pasiones del corazón, pero ninguna música es menos enervante ni más consciente y dueña de su poder. Ninguna música antes que la suya aceptó expresar tan abiertamente lo trágico de la existencia, lo patético de los conflictos, el dolor y la angustia humanos, pero de ninguna música están tan ausentes la tristeza y el abatimiento; ninguna música produce, cada vez que se la escucha, un efecto más tonificante y más entusiasta. Ninguna música antes que la suya ha querido expresar tan conscientemente que la lucha es la naturaleza misma de la vida y la fuente de todo lo auténtico, pero ninguna música está más limpia de agresividad y sadismo, ninguna nos hace sentir tanto la sensación física de la bondad. Este luchador, este héroe, no experimenta ningún placer con la destrucción y la confusión. Los ritmos belicosos, las marchas guerreras que abundan en su obra, expresan el júbilo del triunfo, no se complacen en la amenaza de las matanzas ni en las nubes que presagian la muerte...”Pocas vidas han sido más dolorosas que las de Beethoven, pero pocas voluntades fueron tan fuertes y pocos temperamentos tan alegres a fuerza de estar vivos; no debemos, olvidar jamás ni lo uno ni lo otro si no queremos traicionarle. Frase de los autores: Jean y Brigitte Massin


Frases de Beethoven:

"Hacer todo el bien que se pueda, pensad también Amar por encima de todo la libertad. Y, aunque fuera por un trono, no traicionar jamás la verdad que os honra".

"Continúa, no ejercites tan sólo tu arte, sino penetra en su intimidad; él lo merece, pues sólo el arte y la ciencia elevan al hombre hasta la divinidad. Si alguna vez deseas alguna cosa, mi querida Emilia, escríbeme con toda confianza. El verdadero artista no tiene orgullo; bien sabe que el arte no tiene límites; siente oscuramente hasta qué punto está alejado de su objetivo, y mientras otros le admiran, deplora no haber llegado todavía allí donde su genio brilla para él como un sol lejano". (Carta a la pequeña Emilia)




"Para ahuyentar el pensamiento del mal que te aflige no podrás encontrar mejor medio que la ocupación".

"La vida se parece a la vibración de los sonidos y el hombre a la ejecución de los instrumentos de cuerda. Si el choque ha sido demasiado rudo, pierde su resonancia y nunca podrá volver a encontrarla, no le proporcionará más que sinsabores y no podrá unirse a los demás sin causar una disonancia que destruye el coro bien acoplado".
(Cita de La falta, drama de Müllner, copiado por BEETHOVEN)



"Mi reino está en el aire; como el viento a veces, así se arremolinan los sonidos, así esto da vueltas en mi alma".




"Acerca de todos los hombres, no dejar nunca ver el desprecio que merecen, pues es imposible saber si tendremos alguna vez necesidad de ellos".

"Nosotros, seres limitados de espíritu ilimitado, hemos nacido no sólo para el sufrimiento y para la alegría, y casi se podría decir que los más eminentes se apropian de la alegría a través del sufrimiento [durch Leiden Freude]"



"¡El Todopoderoso en el bosque! Me siento afortunado, lleno de felicidad, en el bosque: cada árbol habla a través de ti. ¡Oh Dios!, ¡qué esplendor! En semejante país de bosques, en la altura está el descanso, el descanso para servirle".



«¡Mi corazón se desborda ante la vista de la naturaleza, pero ella no está aquí!».


"Casi no voy a ninguna parte, pues no es posible frecuentar gentes con cuyas ideas no comulgo".


"El placer sensual sin la unión de las almas es propio de animales; una vez pasado, no queda ningún vestigio de un sentimiento generoso [edler Empfindung], tan sólo remordimientos".

"Mil bellos instantes desaparecen cuando los niños están en los institutos llenos de dureza, mientras que cerca de unos buenos padres podrían sentir las impresiones calurosas que persistían hasta la edad más avanzada".


"El descanso y la libertad son los dos bienes más grandes".




"Todo mal está lleno de misterio; si por sí solo ya es grande, aumenta cuando se habla de él con los demás; sólo la exacta comprensión de sus causas y de su alcance nos lo hacen más soportable".



"Las debilidades de la naturaleza humana se dan por la naturaleza misma, y la Razón soberana debe con su fuerza intentar dirigirlas y corregirlas".







"Beethoven tenía siempre aspecto serio; sus ojos muy vivos eran a veces soñadores, con la mirada un poco triste dirigida hacia lo alto, que he intentado reproducir en el retrato. Sus labios estaban cerrados; pero el trazo alrededor de su boca no era hosco […]. Sus ojos, gris azulado, tenían una extrema vivacidad. Cuando su cabellera se agitaba violentamente tenía algo de osiánico y de «demoniaco» […]. Cuando Beethoven vio el retrato me indicó que el arreglo del cabello le gustaba mucho así, ya que los otros pintores le habían representado muy atildado, como si tuviera que presentarse en la corte –decía–, y él no era así en absoluto". (Kloeber, autor del retrato)




Beethoven me dijo: «¿Qué es lo que os ha retenido para venir a verme? Seguramente os han contado un montón de absurdos y me han pintado como un ser desagradable, lunático, altivo, del que se puede apreciar la música, pero al que hay que evitar personalmente. Conozco estas malas lenguas mentirosas; como no encuentro más que raramente personas que comprendan mis sentimientos y mis pensamientos y por este motivo me conformo con pocos amigos, el mundo me considera sin corazón: me conoce mal». SCHLÖSSER



"¿Me preguntáis de dónde obtengo mis ideas? No puedo decirlo con certeza; surgen sin ser llamadas, inmediatamente o por etapas. Podría atraparlas con mis manos, en la naturaleza, en el bosque, paseando, en la calma de la noche, en la aurora; lo que las suscita es cierta disposición del espíritu [Stimmun], que se manifiesta con palabras en el poeta y en mí con sonidos, resonando, ruidosas e impulsivas, hasta que al fin se convierten en música». SCHLÖSSER



«¡Estoy obligado a recrearme en la naturaleza inmaculada y a purificar mi espíritu! […]. ¡Venid a ver conmigo a mis amigos, que no cambian nunca, los verdes bosques y los árboles altivos, la floresta y los senderos, donde los arroyos murmuran! ¡Sí, ved las cepas de las viñas, que desde lo alto de sus colinas extienden sus racimos al sol que les ha hecho madurar! ¡Sí, amigo mío, aquí no hay envidias ni artimañas!».



«Aquí, rodeado de las creaciones de la naturaleza, me siento a veces durante horas y mis sentidos se enervan con el espectáculo de los frutos de la naturaleza, que conciben y se reproducen. Aquí el sol en su majestad no se oculta detrás de uno de esos sucios tejados construidos por la mano del hombre; aquí el cielo azul es para mí un techo sublime. Cuando por la noche contemplo con asombro el cielo y el ejército de cuerpos luminosos, llamados soles o tierras, que gravitan eternamente en su órbita, mi espíritu se abalanza sobre esas estrellas alejadas por tantos millones de leguas, hacia la fuente primera donde nace todo lo que fue creado y donde volverán a nacer eternamente nuevas criaturas«.




»Sí, todo lo que toca el corazón viene de lo alto; de otra manera, ¿no es verdad que no habría más que sonidos, cuerpos sin alma? Mierda o tierra, ¿no es así? El alma debe elevarse de la tierra, donde ha sido exiliada por cierto tiempo la chispa divina, y lo mismo que en el campo, al que el labrador ha confiado la preciosa simiente, debe florecer y llevar muchos frutos, y después, así multiplicada, remontarse hacia la fuente de donde ha descendido. Porque sólo con un trabajo tenaz, con las fuerzas que le han sido prestadas, la criatura honra al Creador y Conservador de la naturaleza infinita».



Otra vez Schubert me dijo: «Él sabe todo, pero nosotros no podemos todavía comprenderle y correrá mucha agua por el Danubio antes de que todo lo que este hombre ha creado sea comprendido por todos. No solamente porque es el más sublime y el más fecundo de todos los músicos, sino también el más fuerte. Es tan fuerte en la música dramática como en la música épica, en la lírica como en la prosaica; en una palabra, puede con todo. Mozart, comparado con él, es como un Schiller en comparación con Shakespeare; Schiller ya ha sido comprendido, Shakespeare no lo será hasta dentro de mucho tiempo. Todo el mundo entiende ya a Mozart, nadie entiende a Beethoven. Para ello habría que tener mucho espíritu y aún más corazón, y ser indeciblemente desgraciado en amor o, simplemente, ser desgraciado». Schubert hablaba siempre con esta seriedad, este buen sentido, esta razón y esta precisión. SCHUBERT, según BRAUN VON BRAUNTHAL


El arte no está elevado sobre la vulgaridad, no está tampoco considerado, y sobre todo se lo aprecia poco desde el punto de vista de su remuneración. Beethoven se lamenta también de la dureza de los tiempos en el aspecto pecuniario […]. «Las circunstancias me encadenan aquí –dijo–, pero aquí ocurren cosas miserables y sucias. Desde arriba hasta abajo todo el mundo es gentuza. No puede uno fiarse de nadie. Quieren que trabajes y pagan como unos miserables, y nunca lo acordado”. (Testimonio de Bursy)


«El chico (Karl, su sobrino) llegará a ser artista o sabio, para que viva una vida más elevada y no caiga por completo en la vulgaridad. Sólo el artista y el sabio libre llevan la felicidad en ellos». Expresaba ideas magníficas sobre la vida. Cuando se callaba, su frente se plegaba, lo que le daba un aspecto tan sombrío que podría dar miedo, si no supiera que en el fondo el alma de un artista tan sublime debe ser hermosa. (Bursy)


 
"Desde el 15 de octubre tengo un catarro del que todavía me resiento, y mi arte también. Pero hay que esperar que esto mejore y que pueda de nuevo ser rico en mi pequeño reino de los sonidos; para todo lo demás soy pobre, ¿por los tiempos?, ¿por la pobreza de espíritu?, ¿o por qué?"

Pero qué humillación cuando alguien a mi lado oía el sonido de una flauta a lo lejos y yo ni la oía nada, o cuando alguien oía cantar a un pastor y yo tampoco oía nada. Tales situaciones me empujaban a la desesperación, y poco ha faltado para poner yo mismo fin a mi vida.
Es el arte, y sólo el, el que me ha salvado. ¡Ah! Me parecía imposible dejar el mundo antes de haber dado todo lo que sentía germinar en mí (…)

Divinidad, tú que desde lo alto ves el fondo de mi ser sabes que viven en mí el deseo de hacer el bien y el amor a la humanidad (…) Mi deseo es que vuestra vida sea mejor y menos triste que la mía; recomendad a vuestros hijos la Virtud, ella sola puede volvernos felices, y no el dinero; hablo por experiencia; es ella la que me ha reanimado en mi aflicción; le debo, como mi arte, no haber terminado mi vida con el suicidio". (Testamento de Heiligenstadt, dirigido a sus dos hermanos)


"¡No estoy bien más que cuando estoy en la libre naturaleza!».




Si Beethoven es un héroe igualmente por haberse realizado a despecho de su sordera, es un héroe ante todo por haber aceptado ser un pensador, en un ambiente donde todos hubieran querido que no lo fuera, y por haber hecho de su existencia una acción, conforme a sus intenciones más deliberadas y más expresas.


Exige del hombre que hay en él la misma rectitud, la misma perfección que en el artista. Se puede bromear por la insistencia con que habla de su «carácter moral»; ello proviene simplemente de que quiere ser el hombre capaz de crear la música que quiere crear. Por esto pide al morir que la totalidad de sus papeles, de los Cuadernos de Conversación también, sean conservados unidos y que sean accesibles a cualquier consulta. Pues sabe que nada de su vida es extraño a su obra.



Sabe lo que quiere; sabe que es el único músico de su tiempo que lo desea, y sabe que los músicos anteriores, por mucho que él los venere, no podían desearlo todavía: crear una música cuyo impulso sea tal que arrastre a los hombres a conquistar la alegría, en libertad, por medio de la acción temporal. «Aquel que ha comprendido una vez mi música, estará libre de todas las miserias en las que se arrastran los demás».




«Hombre, ¡ayúdate a ti mismo!». Desde lo más profundo de su experiencia, Beethoven lanza este grito. Sin ningún orgullo: ha comprobado que es su única receta. «No puedo buscar un punto de apoyo más que en lo más profundo, en lo más íntimo de mi ser; en el exterior no hay absolutamente ninguno para mí… Eres tú el que debes crearte todo en ti mismo». «Casi todo lo que he llegado a ser hasta aquí, no lo he conseguido más que por mí mismo».


Ausencia del padre y de la tranquilidad mental que asegura la armonía de una familia y de una educación humana; ausencia de ayuda en el nacimiento y desarrollo de su don musical. Ausencia de instrucción literaria y científica: el ambiente cultivado de la familia Breuning suplirá un poco esta laguna, y algunos cursos en la Universidad de Bonn; pero Beethoven, uno de los hombres más inteligentes y más ávidos de saber que ha conocido el mundo, debe descubrir todo por sí mismo.


Su feroz voluntad de independencia a toda costa (que pagó duramente) es parte integrante y fundamental de su heroísmo. Pero lo que le permitió ser él mismo, le retiraba al mismo tiempo toda facilidad y todo apoyo exterior para su desenvolvimiento. Siempre en el momento en que su esfuerzo por conquistar su lugar bajo el sol iba a ser coronado por el éxito, se produce un desmoronamiento que vuelve a ponerle en la situación de partida.

La evolución de la obra de Beethoven no tuvo ninguna relación con su sordera (...). La única incidencia desgraciada que la sordera operó sobre su carrera musical fue el prohibirle realizarse como virtuoso y más tarde como director de orquesta. En cambio, afecta profundamente a su vida personal. No solamente haciendo más difíciles, más susceptibles, más precarias, sus relaciones con el conjunto de la sociedad; no sólo volviendo más problemática la esperanza de un matrimonio o de un amor recíproco; sobre todo, haciéndole imposible en cierta forma el apoyarse en la amistad. «Para mí, se acabaron los incentivos de la sociedad de los hombres, las conversaciones inteligentes y las expansiones mutuas».



Lo que le permite crecer, utilizando los obstáculos y venciéndolos para lo esencial, es el hecho de que él cree en la voluntad. Beethoven no es sólo un hombre cuya voluntad se afirma a cada instante hasta el grado más alto, sino un hombre para quien la voluntad es el primer factor, y quizá el principal interés, de la vida. «¡Es tan hermosa la vida, poder vivirla mil veces!; pero no una vida tranquila, siento que no estoy hecho para eso».



Su noción del heroísmo se encamina menos a una glorificación de algunos superhombres que a una intuición dialéctica de la vida, y el héroe es el que, aceptando este hecho fundamental, asume el combate de la vida hasta conseguir la victoria. Esta victoria no es necesariamente el éxito, la obtención del objetivo propuesto, sino el no haber renunciado nunca al combate ni retrocedido en la batalla; es a veces el triunfo de Egmont en el instante de su muerte. Además, para Beethoven, ninguna victoria es suficiente, ninguna conquista es satisfactoria. Todos los objetivos que se propone son provisionales, y el solo hecho de alcanzarlos suscita otro debate vital por el que hay que abandonarlos.


«Nosotros, seres limitados de espíritu ilimitado, hemos nacido sólo para el sufrimiento y para la alegría, y casi se podría decir que los más eminentes se apropian de la alegría a través del sufrimiento».




Porque la naturaleza de la vida es la de ser actividad y lucha, y tiene para él, en el seno de la vida misma y no fuera de ella, una dialéctica del sufrimiento y de la alegría, del obstáculo y de la superación.



«Amar por encima de todo la libertad», escribe a los veintidós años, y veintiséis años más tarde: «En el mundo del arte, como en toda la creación, la libertad y el progreso son el objetivo».

El amor beethoveniano por la libertad se acompaña de un horror profundo por el juego, por todo lo que es frívolo y gratuito. Le gustan las bromas, los chistes, los juegos de palabras, ríe como un niño por cualquier cosa, y todo porque es verdaderamente libre. Pero se toma su vida y su arte en serio. No reivindica su libertad más que para consagrarse seriamente a crear una obra seria. Y las dificultades que encontrará para imponer su música a los diletantes de la sociedad que le rodea provienen en gran parte de aquí.



Crea, es sobre todo para él, como todo artista que se respete, porque solamente a este precio puede vivir. Pero es también para los otros, y no cesa de decirlo; está convencido de que sus obras aportarán un inmenso bienestar a la «pobre humanidad doliente», y muchas veces necesita creer en ello para encontrar el valor de seguir componiendo. Justamente por esto se exaspera, cuando el único resultado que obtiene es hacer sollozar a «niños mimados». No es esto lo que él esperaba. Ha escrito como si se tratase de una batalla; quiere sólo que su acción suscite otras; pretende estimular, pero no emocionar. «El corazón es la palanca de todo lo que es grande», pero la emoción es mala porque rompe los resortes del luchador. De aquí su desesperación, cuando ve que Goethe llora, en lugar de apresurarse a rivalizar con él en la creación poética. «Los artistas son de fuego; no lloran». «Para el hombre es necesario que la música avive el fuego de su espíritu».



Él mismo se refiere a su música: “ ¡Venida del corazón que vaya al corazón!”

Si quisiéramos decir una frase que caracterice a Beethoven como músico, diríamos que Beethoven es el músico que se ha consagrado a expresar y a impulsar el dinamismo del hombre. Expresa con su música la marcha, la acción y el combate de un hombre; el empujar con su música a los demás hombres a ponerse en camino, a actuar y a luchar.

«Vosotros, que pensáis que soy un ser odioso, obstinado, misántropo, o que me hacéis pasar por tal, ¡qué injustos sois! Ignoráis la secreta razón de lo que así os parece. Desde la infancia, mi corazón y mi espíritu se inclinaban a la bondad y a los tiernos sentimientos […] Nacido con un carácter ardiente y activo, inducido a las distracciones de la vida social, he debido muy pronto aislarme […] ¡Hombres, si leéis esto algún día, pensad que no habéis sido justos conmigo!».


«A veces vienen a mí palabras libres, salidas del corazón; por esto me toman por un loco».


No he conocido nunca un hombre que amase tanto la naturaleza como Beethoven; que se alegrase tanto ante la vista de las flores, las nubes o de cualquier otro fenómeno natural. La naturaleza era para él como el beber y el comer, y la necesitaba realmente para vivir”. (Charles Neate)


«¡Ningún hombre ama el campo tanto como yo! ¡Si sólo los bosques, los árboles, las piedras, devolvieran el eco que el hombre desea!».


"Estad persuadido de que la humanidad, aun en su caída, para mí es siempre sagrada".
Obra de Julius Schmid


Lo que sí es seguro es que el mundo que Beethoven intenta suscitar es un mundo humano, libre, igual, fraternal, donde reinen la paz y la alegría; no se contenta con rivalizar,para su creación incesante, con la incesante creación de la naturaleza… Toma el esfuerzo de la naturaleza a cuenta de su esfuerzo, y las dos creaciones son sólo una, en una comunión total, «en el templo de la naturaleza y de la humanidad».
Ésta es la esperanza de Beethoven. La obra que lo expresa con más precisión es la Novena Sinfonía. Y esta obra termina (o casi) con una especie de éxtasis religioso: «Hermanos, sobre la bóveda estrellada, tiene que habitar un Buen Padre. ¿Os postraréis, millones de seres? ¿Presientes al Creador mundo? Búscalo por encima de la bóveda...









Esta glorificación de la alegría, sobre las palabras de Schiller que Bethoveen proyecta desde que tiene veinte años , necesitaría más de treinta- repletos de los más duros combates- para poder ser realizada. Y la realizará al término de una sinfonía cuyo primer movimiento culmina, según su propia confesión, en la expresión de la desesperanza.
La alegría es la conquista misma; es la victoria en el seno del combate de la vida. La alegría es la creación misma; es la renovación en el seno de las fuerzas de la destrucción que la vida pone en marcha sin cesar. Por todo esto, cuando Beethoven expresa la alegría en su obra, no la separa casi nunca de los otros aspectos antagonistas de la misma realidad. Y es por esto también por lo que ninguna otra obra expresa y comunica una alegría tan auténtica como la suya.

Cuando compone sobre versos de Schiller, conserva y exalta los versos que hablan de Dios, pero elimina sistemáticamente los que celebran la alegría de ultratumba. Se entristezca o se alegre, sigue siendo fiel a la tierra con toda la fuerza de su amor.


 

 Hermosas y sabias palabras del director Iñígo Pírfano sobre la Novena Sinfonía




La Novena Sinfonía completa, una de las mejores versiones.





Cuando Moscheles escribe en la parte inferior de la partitura de Fidelio: «Terminado con la ayuda de Dios», Beethoven corrige, con enormes caracteres: «Hombre, ¡ayúdate a ti mismo!».





«En la cloaca en que nos encontramos todo está casi perdido; procuraremos tan sólo que no me pierda yo mismo por completo».





Choral Fantasy op. 80



Con gracia y dulzura
las armonías de nuestra vida
y el sentido de la belleza engendra
flores que eternamente florecen.

La paz y la alegría avanzan cual amigas
como el juego alternante de la olas;
y lo que insistía en ser rudo y hostil
se transforma en euforia.

Cuando en los sonidos reina la magia
y en las palabras la inspiración
se configura lo maravilloso,
noche y tempestad se vuelven luz.

Calma exterior y alegría interior
priman para el bienaventurado;
y el sol primaveral de las artes
permite que de ambas nazca luz.

Algo grande contenido en el pecho
florece de nuevo en toda su belleza;
si un espíritu se ha encumbrado
todo un coro de espíritus resuena siempre a su alrededor.

Aceptad, pues, almas bellas,
alegremente los dones del buen arte.
Cuando se unen el amor y la fuerza

el favor de los dioses al hombre recompensa.

Letra de Fantasía Coral , texto de Kuffner escrito según exigencias de Beethoven



Podemos decir que Mozart no es más que música. ¿Y Beethoven? Beethoven consagra su vida a la música, Beethoven ama apasionadamente su arte. Beethoven sacrifica todo lo demás a su arte. Beethoven existe antes de ser música. Beethoven es ante todo él mismo, y es por existir por lo que él crea su obra. Lo que más desea es la música, naturalmente, pero también desea la libertad, la acción, la felicidad, el amor conyugal. Sus Stimmungen no existen por venir de la música, es la música la que existe para expresar sus Stimmungen. De los dos genios, es Beethoven el que tiene la idea más sublime de la excelencia de la música entre las otras actividades humanas, pero es Beethoven también el que considera menos la música como un fin en sí, el que más ve en la música un medio al servicio de la existencia.


Pero cuando más encuentra el alma su alimento, más madura el espíritu, y llega a un feliz entendimiento con ella. Pocos alcanzan esto, pues lo mismo que millares de criaturas creen casarse por amor y no tienen ni una sola vez la revelación del amor- aunque todos lo profesen-, lo mismo millares de individuos hacen profesión de la música sin tener la menor intuición. Contiene en ella misma los gérmenes del sentido moral, como estan contenidos en todas las artes; una creación verdadera es moralmente un progreso (…)
El arte representa siempre a la divinidad, y los contactos con los hombres con él son una religión; lo que nosotros adquirimos por el arte viene de Dios, inspiración divina que da a las facultades humanas un objetivo que alcanzar.
La inteligencia como el grano de trigo, necesita un terreno húmedo, cálidamente eléctrico, para crecer, para pensar, para expresarse. . La música es el suelo eléctrico en que el espíritu vive, piensa, crea. La filosofía es un producto de este espíritu eléctrico; su propia indigencia, que quiere basar todo en un principio original, está realizada, aunque el espíritu no sea dueño de lo que él crea para ella; es, sin embargo, feliz en esta creación, y lo es también en toda creación espontánea del arte; independiente del artista, más poderosa aún que él, lleva a la divinidad, y no sostiene al hombre más que para dar testimonio de la acción de Dios en él. La música da al espíritu la idea de la armonía. Un pensamiento separado le ha hecho ya concebir un conjunto, una proximidad; así, cada pensamiento en la música está en contacto íntimo, inseparable, con el conjunto de la armonía, que es la unidad. – Todo lo que es eléctrico lleva al espíritu a una creación musical, activa, desbordante. – Yo soy de naturaleza eléctrica. (Apuntes sobre Beethoven de Bettina Brentano)





"Su difícil modo de ser y de conducirse puede seguramente retraer a ciertos vieneses alegres y divertidos. Y muchos de éstos, que reconocen igualmente su gran talento y su mérito, pueden no tener la suficiente humanidad y delicadeza como para aportar a este artista tierno, susceptible y desconfiado la posibilidad de una vida más agradable en la que encuentre la respuesta a sus exigencias de artista. Esto me traspasa el corazón cuando le veo triste y dolorido, este hombre bueno y excelente, y, sin embargo, estoy de nuevo convencido de que sus obras mejores y más originales no pueden ser producidas más que por esta disposición obstinada y profundamente melancólica. Los hombres, que son capaces de alegrarse con sus obras, no deberían perder nunca de vista esto, y no dejarse influir por alguna de sus extravagancias ni por la aspereza de su carácter. Entonces no sentirían hacia él más que pura y verdadera veneración". Reichardt



«Cuando abro los ojos, suspiro, pues todo lo que veo es contrario a mi culto, y me veo forzado a despreciar a este mundo incapaz de comprender que la música es una revelación superior a toda sapiencia y a toda filosofía”.

¡Que todo lo que se llama vida sea sacrificado a lo sublime y que constituya un santuario del Arte! “

A pesar de todo lo que he sufrido no he perdido ninguno de mis sentimientos de antaño por la infancia, la hermosa naturaleza y la amistad...”


El espíritu de los que trabajan no debe ser encadenado por miserables necesidades , y a causa de ello me veo privado de muchas cosas que hacen una vida más feliz... Para mí es el imperio intelectual y moral el que me es más querido, y me parece la más alta de todas las monarquías espirituales y temporales”

Ser diez veces más que un héroe: un verdadero hombre” Verso de Zacharias Werner copiado por Beethoven.

“Iría gustoso antes a tu casa, con los tuyos, que a las casas de muchos ricos en las que se adivina la pobreza de su espíritu... No reconozco en ningún hombre otro signo de superioridad más que la bondad. Ahí donde la encuentro, ahí está mi hogar” (Carta a la pequeña Emilia)

"¡Resignación , la más profunda resignación  a tu Destino! Sólo ella te permitirá aceptar los sacrificios que exige el servicio. ¡Oh dura lucha! Dedicarse a preparar todo lo necesario para el lejano viaje, todo lo que queda aún por hacer. Debes encontrar lo que garantice tu más querido anhelo; así DEBES CONSEGUIRLO POR ENCIMA DE TODO, mantenerte absolutamente firme en esa idea". "Sumisión- Resignación- ¡Resignación! De esta forma venceremos a la más profunda miseria".

La resignación beethoviana no es una virtud moral, ni la consecuencia de una actitud metafísica, es una actitud práctica y lo contrario a una capitulación. Beethoven seguirá siendo hasta su última hora esa "personalidad completamente indomable" que asustó al gran Goethe.

"Ahora el Destino me agarra con fuerza. ¡Que yo no desaparezca sin gloria en el polvo! ¡No; antes realizar una gran hazaña de la que las generaciones futuras oigan hablar!"



"Combate por el derecho y... la libertad. Sumisión al inexorable Destino de hierro...Las zarpas de hierro del Destino sólo destrozan los costados del débil. Aquel que tiene el espíritu de un héroe ofrece audazmente al Destino el arpa que el Creador ha puesto en su corazón... Hombre ¿puedes estar hundido? Él se levanta pronto y, purificado, escapa a la fatalidad y proclama su propio poder frente a la voluntad sagrada... ¿Qué puedo hacer? -¡Ser más que tu Destino!" (Zacharias Werner)


De su combate contra el Destino consiguió hacer la sustancia de su obra. "El Destino que llama a la puerta " no es más que el protagonista necesario para la afirmación de la vida, de la ternura y de la libertad que expresa en la Quinta Sinfonía.






En el primer fragmento el tema rítmico del Destino toma la iniciativa; otro tema, éste lleno de humanidad de esperanza, se opone a él; al término de su combate el hombre toma la ofensiva otra vez contra el Destino utilizando, pero en la tonalidad mayor, el mismo tema rítmico que al principio. Después de diversos episodios de la lucha, el hombre se revela como el más débil, y el Destino vuelve a adueñarse de su tema, de nuevo en menor y más contundente que nunca; al final del fragmento el Destino triunfa. 

En el segundo fragmento, el hombre vencido parece recuperar sus fuerzas en un motivo que se precisa y se intensifica a cada variación del andante –motivo que nos parece hecho de fraternidad viril y de esperanza en un futuro mejor–. El tema del Destino está apenas evocado; el hombre se consuela, afirma su libertad y la llamada para reemprender la lucha se hace más marcial a cada variación.

El tercer fragmento es el punto decisivo del tema. El scherzo se abre sobre lo que Schumann llamaba «el motivo interrogador» y donde veríamos un desafío al Destino, ya que esta vez el hombre toma la iniciativa. El Destino desafiado vuelve a tomar la ofensiva con el mismo tema rítmico e implacable que al comienzo del primer fragmento. Pero el trío porta esta vez una contraofensiva eficaz del hombre; el impulso que le arrastra gira, tropieza con varios obstáculos (sobre los que el tema se rompe bruscamente dos veces seguidas) y termina por superarlos. En la repetición del scherzo, el tema del Destino ha perdido su fuerza de percusión; se hace jadeante, desconcertado, atenuado. La libertad humana no se deja sumergir. 

En el pasaje al cuarto fragmento, el motivo del desafío que abría el scherzo aparece una vez más para desembocar esta vez en un triunfo definitivo. Se trata de explotar a fondo y de exaltar una victoria irreversible. El impulso conquistador de la humanidad liberada emprende, una vez más, el tema rítmico del Destino, ora con majestad, ora con un movimiento de galope. Esta «sinfonía de victoria» (utilizando los mismos términos del final de Egmont) se interrumpe un instante para una última evocación del tema rítmico del Destino, de nuevo en su estado puro, pero más agonizante todavía que al final del scherzo: ¿última ofensiva, rápidamente contenida del Destino, o simple evocación de las luchas anteriores? El despliegue final que termina en la apoteosis del hombre triunfante puede acomodarse con las dos interpretaciones.




Los últimos cuartetos expresan ese sentimiento de la madurez humana donde la conciencia y la acción no forman más que un todo en profundidad.

Un hombre está enamorado, melancólico, afectado por la muerte de un amigo, es víctima de una enfermedad; se manifiesta y resultan las Sonatas opus 14 y opus 10, núm. 3, el adagio del Cuarteto 1º, la Patética... Quien oye este canto, no tiene necesidad de conocer las circunstancias  exactas de las que ha nacido; siente que le atañe, se siente acompañado en su propia soledad.



Aceptaba lo mismo improvisar delante de aquellos que necesitaban su música para vivir , como se negaba con fuerza delante de los curiosos y de los importantes. Si viviera todavía, lo que le haría feliz no serían las lisonjas de los entendidos, sino saber que millones de hombres de todos los países, cada vez que le oyen, sienten mayor alegría para vivir, mayor fuerza para combatir.


Reconocemos gustosos que el carácter de Beethoven fue más el de una fiera que el de un animal doméstico (...) El forastero que llega a Viena, y que quiera visitar a Beethoven, es disuadido por todo el mundo, sobre todo por aquellos que pretenden conocer al gran hombre.  Se comenta que Beethoven es un oso desagradable, un bruto salvaje, un misántropo y además un sordo con el que es imposible hablar. ¿Cuántos se desanimaron sin duda y se fueron de Viena sin dar a Beethoven esta reconfortante prueba de admiración y de ternura que tanto le habría estimulado?... 
Sólo aquel que tiene un escudo protegiéndole el pecho se envalentona hasta llegar a enfrentarse  al monstruo.  Con el corazón palpitante  llama a la puerta; es introducido... y descubre al verdadero Beethoven. Un hombre bueno, sencillo, generoso, fácil para convivir, expansivo, cordial, alegre, servicial. Comprende enseguida  que en Beethoven este corazón y este genio son sólo uno; bastaba verdaderamente con escuchar su música para comprenderle.

Beethoven a veces tenía  que despedir a personas que, por esnobismo, venían a hacerle perder su tiempo. Estamos convencidos de que sus detractores se aprovecharon de esto para construir, sin esperar a su muerte, la leyenda de misántropo de Beethoven.




Y la esperanza, la compañera de toda su vida, no le abandonó nunca. La obra que él arrebata a la influencia de su Destino, Beethoven sabe que es una victoria, no sólo por el hecho de su propia realidad, sino por el hecho de que estimulará a los hombres para emprender otras victorias hasta el aniquilamiento del Destino.


Los hombres que han comprendido una vez su música deben ser libres de todas las miserias en las que los demás se arrastran, aquellos que responden a la llamada que Beethoven les dirige: "Alegres, como vuelan sus soles a través de la llanura espléndida del cielo, ¡recorred hermanos, vuestro camino; alegres como el héroe hacia la victoria!"
Jean y Briggite Massin






Mario Roso de Luna

(Autor de una pequeña obra biográfica sobre Beethoven, que recomiendo, algunos apuntes que he tomado...)



Beethoven siempre anhela , siempre cree y espera en realidades mejores y en el retorno de la alegría, la ilusión y la felicidad primera, ahora ya en un ambiente de celeste paz conquistada por el doloroso esfuerzo. Beethoven cierra siempre el ciclo retornando a la fuente primera de alegría con los tiempos finales, iluminados por el triunfo tras la lucha (en obras como las sinfonías No.3 o 5, o el final del adagio de la sonata 29 o del cuarteto 7.

¡Resignación, resignación absoluta con tu suerte! En adelante no vivirás para ti sino para los demás. Desde ahora no hay más felicidad para ti que en tu arte. ¡Oh Divinidad, concédeme fuerza para vencerme a mí mismo!”

Vivió Beethoven, con cortos intervalos, aislado del mundo durante los diez últimos años de su vida. Nadie ignora la pasión que concibió entonces por la Naturaleza, pasión de la que tantas huellas dejó en sus obras, especialmente en la Pastoral o Sexta Sinfonía. Identificado con los vientos y las tempestades, eco fiel de las que eternamente agitaban su alma, escribe: “Mi reino está en aire; mi alma vibra en los murmullos del viento a veces, así se arremolinan los sonidos, así da esto vueltas en mi alma”.





Aquí he escrito la escena, al borde del arroyo, y las codornices, las oropéndolas, los ruiseñores y los cuclillos la han compuesto conmigo”».

Espíritu independiente, no se aviene a divertir a nadie. Pictórico de ideas, quiere encarnar en cada obra una idea distinta: la heroica, la épica, la trágica, la dolorosa, la íntima. La música no es para él un motivo de diversión, sino una expansión intencionada; en las notas no se encierra la intención frívola... Su arte es al principio juvenil y ardoroso. Después es un arte de tristezas, de dolores, de luchas, un arte que avasalla y que domina siempre influido por un sentimiento desgarrador. En sus últimas obras, aislado del mundo por su sordera, su alma se agiganta, crece hasta adquirir proporciones inconcebibles, vive una vida de concentración interior, de intensidad espiritual...”

La Sinfonía heroica es la ruptura abierta de Beethoven con el mundo viejo de las anteriores sinfonías y el comienzo de una nueva era para la orquesta.




Muy buena recreación de la presentación de La Sinfonía Eroica



La sinfonía cuarta es la Sinfonía del amor, la sinfonía quinta, por el contrario , es el destino misterioso del hombre: sus cuatro notas iniciales , tres breves y una larga, son “la llamada del Destino a nuestra puerta”.

La Pastoral es el pasaje de música descriptiva más gigantesco que se conoce, con sus cinco tiempos se “Sensaciones agradables del campo”, “Junto al arroyo”, “Fiesta aldeana”, “La Tempestad” y “Acción de gracias después de la tormenta”.

La Séptima Sinfonía a mí me parece la bajada de Beethoven a los infiernos.

Cuando su arte último se ha asentado ya en las empíreas regiones de la sinfonía novena, de la gran misa y de las últimas sonatas, vuelve la vista hacia el cuarteto y confía a él las últimas vibraciones de su alma... La música de ellos parece como si de propósito despreciara toda apariencia bella, para reconcentrarse en la profundidad y en la esencia misma del sentimiento. La melodía abandona todo sentido cantable, para encarnar en breves motivos fuera de todo sentido melódico tradicional. 



 
Cuarteto de cuerdas no 14 Op. 131 en Do# menor,  el favorito de Beethoven.


Para penetrar en la interioridad de estas obras, tiene que colocarse el oyente en un estado de recogimiento y de abstracción. “Millares de personas se quedarán sin entenderlos”, decía Beethoven mismo; y como respondiendo a su profecía, se han destacado dos corrientes de opinión: la de los que, no penetrándolas, las juzgaban delirios de un cerebro enfermo, incomprensibles y no bellas, explicando sus armonías extrañas y sus combinaciones rítmicas como consecuencia de su sordera; y los que, habiendo llegado a asimilarse ese arte lo declaraban el más elevado de cuanto la música ha producido.




Cavatina quinto movimiento del 13.º Cuarteto. «nunca su propia música había hecho sobre él tal impresión; incluso cuando revivía este fragmento todavía le costaba algunas lágrimas». Schindler

 
 "Canto de acción de gracias sagrado de un convaleciente".

 
Escena de la película Copying Beethoven,  aunque no esté basada en hechos totalmente verídicos nos muestra un Beethoven más humano.

 

Op. 133 Gran Fuga para cuarteto de cuerdas no.13 «Hacer una fuga no es arte; yo he hecho docenas de ellas en mis tiempos de estudiante. Pero la imaginación reclama también sus derechos, y hoy es necesario que otro espíritu, verdaderamente poético, entre en la forma antigua».


 Razumovsky op. 59 no.1 3 er. Movimiento


"Él así, sin estar turbado ahora por el ruido de la vida, escucha sólo las armonías de su alma, y continúa desde el fondo de su ser hablando a un mundo que ya nada puede decirle. Ahora la vista del músico se esclarece en su interior. Ahora proyecta su mirada sobre las formas, que iluminadas por su luz interna, comunícanse de nuevo a su ser íntimo. Ahora es la esencia misma de las cosas la que le habla, la que se las muestra a la tranquila luz de la Belleza. Y en ese momento, esta serenidad maravillosa, convertida para él en la esencia misma de la música. Aun la queja, elemento natural de todo sonido, se suaviza en una sonrisa: el mundo vuelve a encontrar su inocencia de niño..."