jueves, 1 de septiembre de 2016

Pitágoras y Egipto

"La ciencia de los números y el arte de la voluntad son las dos claves de la magia-decían los sacerdotes de Menfis-, abren todas las puertas del universo"




" Pitágoras tomó la resolución de dirigirse a Egipto para hacerse iniciar. Los sacerdotes de Menfis lo recibieron con alguna resistencia y tras muchas dificultades logró ser aceptado. Hicieron cuanto pudieron para desalentar al joven samio. Pero el novicio se sometió a una paciencia y un valor inquebrantables a las demoras y a las pruebas que le impusieron. Su iniciación duró veintidós años. Cuando los sacerdotes egipcios reconocieron en él una fuerza de alma extraordinaria y esa pasión impersonal de la sabiduría que es la cosa más rara del mundo, le abrieron los tesoros de su experiencia. Entre ellos se formó y se templó. Allí pudo profundizar las matemáticas sagradas, la ciencia de los números o de los principios universales.

Fue pues, en Egipto donde Pitágoras adquirió esa visión elevada que permite percibir las esferas de la vida y las ciencias en un orden concéntrico, comprender la involución del espíritu en la materia mediante la creación universal, y su evolución o reascenso hacia la unidad merced a esa creación individual que se llama desarrollo de una conciencia.

El recuerdo y la doctrina del maestro solamente se perpetuaron a través de los discípulos que consiguieron huir a Grecia, jamás escribió su doctrina esotérica sino en signos secretos y bajo forma simbólica. Su verdadera acción, como la de todos los reformadores, ejercíase por la enseñanza oral.
Encontramos allí una reproducción razonada de la doctrina esotérica de la India y de Egipto, a la cual da claridad y la simplicidad helénica añandiéndole  un sentimiento más enérgico, una idea más neta de la libertad humana.

Al encarnarse en una materia más espesa, la humanidad ha perdido su sentido espiritual, pero mediante su lucha cada vez más fuerte con el mundo exterior ha desarrollado pujantemente su razón, su inteligencia, su voluntad. La Tierra es el último peldaño de ese descenso en la materia que Moisés llama la salida del paraíso y Orfeo en el círculo sublunar. A partir de ahí, el hombre puede remontarse penosamente en los círculos en una serie de existencias nuevas y recobrar sus sentidos espirituales por medio del libre ejercicio de su intelecto y de su voluntad. Solamente entonces, dicen los discípulos de Hermes y de Orfeo, el hombre adquiere por su acción la conciencia y la posesión de lo divino; solamente entonces llega a ser hijo de Dios. Y aquellos que llevaron ese nombre en la Tierra debieron, antes de aparecer entre nosotros, descender y volver a ascender la aterrorizadora espiral".


Pozo iniciático, Quinta da Regaleira Portugal



"Conócete a ti mismo y conocerás el Universo y los Dioses", inscripción del templo de Delfos.

La Evolución es la ley de la Vida. El Número es la ley del Universo. 

Anon-Pitágoras y los Misterios de Delfos

 
La vida de Pitágoras, relato ameno e instructivo sobre la vida del sabio.